Dependiendo de la forma de la raíz, el árbol crece de una determinada forma. Sin embargo, la naturaleza nos sorprende abriendose camino por la supervivencia.
Para plantar nuestro árbol, lo primero que debemos saber es que podemos sembrar un árbol nosotros mismo aprovechando los huesos de muchas de las frutas que compramos o bien adquirir uno de una tienda o invernadero.
Una vez tenemos nuestro árbol listo, debemos plantarlo en una época favorable para el comienzo de su desarrollo, normalmente en primavera para favorecer su enraizado.
No debemos trasplantar en épocas de excesivo calor y falta de agua, ni tampoco en épocas de heladas.
Cuando tenemos las condiciones favorables, al atardecer, excavamos un agujero dependiendo del tamaño de la maceta y pasamos a trasplantar.
Ahora podemos humecer ligeramente la apertura, extraemos el cepellón de raíces con cuidado y colocamos la planta con sus hojas orientadas hacia la posición del sol.
Cubrimos cuidadosamente el cepellón de raíces y mantenemos la posición vertical de la planta para que crezca erguido. Apelmazamos la tierra para que mantenga firme y aguante el viento.
Una vez puesto en su lugar, regamos su alrededor para mantener la humedad y facilitar el enraizado.
No debemos tardar en regar tras el transplante para no causar estrés a la planta.
Con el paso del tiempo, las raíces creceran y se formará un magnífico árbol, que aporte sombra cuando tengamos calor, y nos alimente de sus frutos.
Información adicional:
Si tenéis dudas sobre que especies se pueden plantar en vuestra zona, vais a realizar una plantación masiva de especies, debéis pedir permisos a las administraciones pertinentes en oficinas comarcales de cada región.
Esperamos
que esta entrada os anime a realizar un sencillo gesto de conservación
de la fauna y flora de nuestro entorno, plantando especies autóctonas
para la creación de bosques y prevenir la desertificación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario